La Vibra de Puerto en el Mar

Por Lorenzo Bini

Lorenzo Bini casi se ahogaba la primera vez que se adentró en el Pacífico, años después obtuvo el título de maestro PADI y ha estado llevando gente mar adentro desde entonces.

Crecí en la parte norte del centro de Italia, lejos del mar, en un lugar que era tan plano que si tu perro se escapaba aún podías verlo una semana después. Hasta 1993, cuando visité Puerto Escondido por primera ocasión, el único mar que conocía era el Mediterráneo, el que la mayoría de las veces parece un lago apacible.

Nada en mi vida me había preparado para la majestuosidad del Océano Pacífico. Como muchos veinteañeros que llegan de Europa, inmediatamente me zambullí en el agua. Unos minutos después me rescató un surfista, al verme atrapado entre las olas.

Ballena
Ballena

A pesar de esa desagradable primera experiencia, sentí tal atracción por la costa oaxaqueña que decidí dejar mi país y establecerme en este esquina del mundo. Los locales le llaman "la vibra" de Puerto Escondido. Es un virus que se te pega en el alma y te convierte en adicto a Puerto.

Hubo otro momento que cambió mi vida: un día en diciembre de 1998, mientras miraba la puesta de sol, y todavía ignorante de todo lo que el Pacífico puede ofrecer, de repente vi una ballena jorobada casi completamente fuera del agua, a sólo unos cientos de metros de la playa. La ballena no dejó de saltar por espacio de casi media hora, fue como si presentara un espectáculo para los turistas.

Después de eso seguí teniendo experiencias casi místicas con el mar. Iba a Playa Marinero cada mañana para ver a los pescadores que regresaban de pescar atún, pez vela, pez espada, pez delfín y, tristemente, tiburón. Inevitablemente yo también salí a pescar.

Salíamos al amanecer cuando el viento de las montañas sopla sobre el agua y los pájaros vuelan sobre las olas buscando comida. Las tortugas suben a la superficie para calentarse; los delfines nadan junto a la lancha como en una carrera para ver quien puede ir más rápido, y luego el frenesí de actividad cuando encontrábamos un banco de peces. El sonido de la línea cuando el pez muerde el anzuelo, los saltos del pez vela, los colores del pez delfín, la fuerza del atún, la ira del pez espada - todo esto permanece fresco en mi mente.

Raya
Raya

Mi primera experiencia de buceo llegó poco después, y fue entonces cuando supe cuál sería mi trabajo de mi vida. Un año y medio después de ese primer buceo, obtuve mi certificado PADI (Asociación Profesional de Instructores de Buceo) y empecé el negocio "Deep Blue Dive" en Playa Zicatela, en el Hotel Ines.

Después de todos estos años de llevar gente a bucear o en tours en lancha, el Pacífico todavía me asombra. No hay experiencia que se compare con la de bucear o nadar con los animales más grandes del mar - o interactuar con tiburones, ballenas y mantarrayas gigantes y observar los cambios de estación por la llegada de delfines de panza blanca con sus carreras de locura. He aprendido a identificar los diferentes tipos de caballitos de mar que se esconden en los arrecifes de coral y un sinfín de flora y fauna submarina.

Para mí no hay mayor satisfacción que la de compartir la experiencia del océano con la gente que llevo en mis paseos. Tal vez algunos de ellos se dejen atrapar por la vibra de Puerto.

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