Una historia de dos hoteles: El Santa Fé y el Arcoiris, donde comenzó la industria turística de Zicatela


El hotel Santa Fé

Fuente, Hotel Santa Fé
Fuente, Hotel Santa Fé

Imagine Zicatela en 1975. Hay una granja de cerdos donde ahora está Merlín y las vacas y cabras buscan forraje sobre la playa, que entonces estaba cubierta con huizache. (En una decisión aún controversial, el diputado del Estado retiró la vegetación local en 1985). Hay una fábrica de ladrillos justo pasando las rocas que separan Playa Marinero de Zicatela, y la playa se extiende y sube hasta la carretera. El dueño de la fábrica de ladrillos es el anterior agente de aduanas, en la época en que el café era enviado desde Puerto Escondido hasta los Estados Unidos. Imagine tener la oportunidad de comprar esa fábrica y el terreno aledaño.

Robin Cleaver, en aquel tiempo, tenía un negocio de las importaciones, comprando artesanías mexicanas para su tienda en Palo Alto, California. Siguiendo las sugerencias de sus proveedores en Ocotlán, Olegario y Oralia Mendoza, un día tomó un vuelo corto en un DC 3 y descendió sobre la pista de aterrizaje –ahora el Bulevar Benito Juárez– en Rinconada. Siendo tan solo humano, se enamoró del lugar.

Hotel Santa Fé, primer edificio
Hotel Santa Fé, primer edificio

Robin lo llama un hallazgo fortuito. Parece tan poco probable que una persona de Palo Alto por casualidad conociera a Dora Martínez, quien tenía un restaurante vegetariano en Oaxaca y era también la hija de Nacho Acevedo, el ex agente de aduanas. Sabiendo que a Robin le impresionó Puerto, le avisó en cuanto la propiedad en Zicatela fue puesta en venta. Y así sucedió que un hombre joven, sin planes más allá de comprar arte mexicano para su tienda, construyó el primer hotel 4 estrellas de Puerto.

Después de formar una empresa mexicana con sus socios mexicanos para comprar el terreno, el siguiente paso fue encontrar inversionistas y socios para construir el hotel. Desde el principio Robin sabía que podía contar con su hermano Paul para dirigir el hotel y restaurante vegetariano, ya que Paul Cleaver es, en palabras de su hermano “un gran anfitrión y cocinero” y tan sociable como su hermano es reservado. Desde entonces, Paul Cleaver continuó a tener su propio hotel, El Tabachín, localizado justo detrás del Santa Fé, que es igualmente famoso por sus desayunos gourmet y la hospitalidad de su dueño.

Cuando la construcción del Santa Fé comenzó en 1981, todas las instalaciones turísticas de Puerto se centraban sobre la Playa Principal. Las habitaciones eran bastante básicas y no había restaurantes vegetarianos, un problema para Cleaver quien había sido vegetariano toda su vida adulta. Los otros dueños de los hoteles fueron acogedores, pero pensaban que cometía un gran error al construir tan lejos. No solo no existía la calle del Morro en ese tiempo, sino que no había ni siquiera un camino de tierra que bajara de la carretera hacia Zicatela.

El plan era comenzar con 22 de 76 habitaciones según el proyecto, pero la crisis económica de 1982 y las subsecuentes devaluaciones obligaron a Cleaver una reducción de escala y fue un hotel de diez habitaciones el que abrió sus puertas en diciembre de 1982. Los primeros huéspedes estaban en sus cuartos antes de que las ventanas estuviesen instaladas o la corriente eléctrica conectada, lo que resultó no ser un problema, ya que afirmaron preferir velas a la luz eléctrica.

Hoy en día el Hotel Santa Fé es la agraciada gran dama a la entrada de Zicatela, con 60 habitaciones, dos piscinas y un restaurante gourmet de comida vegetariana y mariscos. Incluso tiene una tienda de regalos protagonizada por artesanías mexicanas.

El hotel Arcoiris

Hotel Arcoiris, primer edificio
Hotel Arcoiris, primer edificio

En 1984, José Luis Mendiola era un ingeniero civil que trabajaba en las plataformas y tuberías petroleras en Veracruz con sueños de dejar el negocio del petróleo y dedicarse de tiempo completo a su rancho de ganado. Sus amigos más cercanos eran los estadounidenses con quienes trabajaba y ellos eran surfistas que volaban a Puerto Escondido cada vez que podían. José Luis no era surfista pero accedió a acompañarlos en uno de sus viajes.

Los ingenieros norteamericanos querían abrir un hotel en Zicatela, y querían que José Luis fuera su socio. Tuvieron una reunión en San Antonio, Texas para formar una sociedad. José Luis recuerda que él propuso que primero compartieran un tequila, después cerraron el trato con un apretón de manos. Y así es como quien habría sido ganadero llegó a dirigir un hotel en Puerto Escondido.

Los socios compraron el terreno para el Arcoiris de un hombre que la había comprado del FIPE (Fideicomiso de Puerto Escondido) – la entidad estatal que había sido establecida como parte de la expropiación federal de la zona en 1970. Pero cuando estaban listos para construir encontraron que la propiedad había sido dividida en cuatro lotes de los cuales alegaban propiedad habitantes de Colotepec. (El municipio de Santa María Colotepec nunca ha reconocido la parte de la expropiación que se extiende de la Playa Principal a La Punta). Les tomó un año solucionar el conflicto a satisfacción de todos.

Luego estaba la cuestión de preparación sísmica. José Luis recuerda discutir con sus compañeros por un plano arquitectónico que no parecía apropiado para el terreno tembloroso de Oaxaca. Entonces llegó el terremoto devastador 8.0 grados en la Ciudad de México en septiembre de 1985 y con éste la comprensión de que el diseño debía cambiar. En este punto todos excepto uno de los socios, Robert Crowe, abandonaron el proyecto.

El plano original llevaba 24 habitaciones, pero la situación financiera de mediados de los 80 era tal que solamente ocho estaban construidas cuando el hotel abrió en 1986. De hecho, el Arcoiris nunca tuvo una inauguración oficial, ya que los huéspedes entraron cuando la construcción aún estaba en obra negra. Tal y como lo cuenta José Luis, los surfistas de Zicatela necesitaban un lugar seguro para poner sus cosas y no les importaba dormir en el suelo o compartir el baño en común.

El restaurante comenzó con una hielera que funcionaba con un servicio en el que la gente anotaba sus consumos y pagaba posteriormente. Estos primeros huéspedes ayudaron a sembrar los árboles de banana y de papaya. El hotel finalmente estuvo terminado en 1989.

Tal cual es el caso con muchos de los hoteles de Puerto, además de atraer a los jóvenes surfistas, el Arcoiris también ha contado con los jubilados de Canadá y el norte de los Estados Unidos que han estado viniendo cada invierno durante los últimos veinte años, algunos quedándose hasta cinco meses. Sin embargo, los últimos cinco años han sido duros para los hoteles, con la crisis económica internacional y la defunción de la aerolínea Mexicana.

José Luis nota que hay menos turistas internacionales, y los que vienen no se quedan tanto tiempo como solían hacerlo. Por otro lado, el Arcoiris ahora alberga a estudiantes de Noruega a través de un programa universitario en el que los y las jóvenes toman cursos de profesores noruegos en un semestre en el extranjero en Zicatela.

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