Sudándola en un temazcal
En realidad yo no quería ir. Había escuchado acerca del temazcal, el antiguo sauna azteca, en varias ocasiones y siempre pensé, “Está a 35 grados afuera, ¿porqué querría estar sentado durante una hora en un baño de sudor con un calor infernal?” Pero sabía que sería una buena salida con Barbara y Ray, quienes siempre tienen una conversación interesante, así que poco después de las diez, en una gloriosa mañana de Puerto, partimos hacia San Gabriel Mixtepec.
Tras una hora de paisajes hermosos llegamos a San Gabriel Mixtepec, y condujimos a través del pueblo en la sierra hasta el Rancho El Sagrado, un pintoresco lugar de retiro en la montaña con cómodas cabañas de madera y excelentes senderos para caminar. Para quien es amante de la naturaleza este lugar lo tiene todo: montañas, bosques, aves, una plantación cafetalera y un río muy apetecible. Bebimos buen café y fuimos a caminar por un sendero en la montaña con Lalo, el dueño, como nuestro guía. Encontramos un claro en el bosque con vista sobre el valle y los árboles, y me quedé de pie contemplando todo y me empecé a sentir maravilloso. Para cuando descendimos por el sendero todo el mundo estaba sonriendo.
Lalo había estado calentando grandes rocas redondas en las brasas de una fogata toda la mañana, y éstas las colocó en el centro del temazcal. Cada vez que entraba y salía de la estructura parecida a un iglú, salmodiaba “Ometéotl”, el nombre de la deidad azteca que creó el mundo. Lalo nos pidió que hiciésemos lo mismo y que siempre entrásemos al temazcal por la izquierda y saliésemos por la derecha, de acuerdo a la tradición.
El temazcal es una antigua costumbre que era muy común entre las tribus de toda Mesoamérica. Los baños de vapor sobrevivieron los constantes intentos de los españoles para erradicarlos, y los indígenas hallados utilizando el temazcal con frecuencia eran castigados brutalmente. Al tener temazcales ocultos en lugares remotos, las comunidades indígenas preservaron lo que reverenciaban como una práctica terapéutica, un instrumento utilizado en la sanación y el alivio de casi todos los males.
Las costumbres antiguas merecen respeto, especialmente cuando la gente se ha arriesgado a recibir un castigo severo al preservarlas. Fue con esto en mente que me agaché y entré al temazcal diciendo “Ometéotl”.
Mientras tanto Ray se percató de que había un pasador en la puerta y explicó a Lalo que alguna vez tuvo una experiencia traumática en un espacio cerrado lo cual lo había vuelto muy claustrofóbico. Temía que si se quedaba encerrado dentro del temazcal entonces le daría un ataque de pánico. Lalo le aseguró que la puerta no se cerraría; nos mostró que el pasador ni siquiera servía. Barbara también sintió alivio al descubrir que había pequeños hoyos en el techo que permitían a la luz solar filtrarse dentro. Ella le teme a la oscuridad.
Una vez que estuvimos todos dentro, Lalo vertió agua y luego unos tés de hierbas sobre las rocas. Nubes de vapor se elevaron y llenaron la cámara con un calor intenso. Era delicioso. El aroma de las hierbas era rico y vigorizante, y comencé a sudar profusamente. Me quedé muy quieto y comencé a respirar muy profundo y lentamente. No había esperado sentirme tan bien. Casi inmediatamente entré a un estado de verdadera relajación y mis pensamientos se enfocaron en todo lo que tengo en la vida para estar agradecido.
Después de un poco Lalo habló, diciendo que esperaba que todos nos beneficiásemos del temazcal y que nos agradecía por haber venido. Nos invitó a decir algunas palabras sobre lo que esperábamos obtener del temazcal y así fijar en nuestras mentes intenciones positivas. Cada uno de nosotros expresó nuestra gratitud por la experiencia y hablamos muy positivamente acerca de la vida y el futuro. Ray estaba muy contento de no haber sentido claustrofobia y creía que el temazcal lo estaba ayudando a superarlo.
Nos quedamos sentados y sudamos a cubetadas, inmóviles y silenciosos hasta que Lalo comenzó a cantar. Comenzó con el mantra hindú “Ohm” y lentamente lo convirtió en “Ometéotl” . Algunos de los mejores temazcales de Lalo han sido con gente que se ha unido al canto. Esta vez sus huéspedes permanecieron en silencio y concentrados en pensamientos positivos.
Después de casi una hora salimos lentamente del temazcal y respiramos el aire frío y fresco de la montaña. Ya para esta etapa yo me encontraba en un viaje tal que tuve que ir a sentarme yo solo en un campo cercano. Todo tenía sentido; no había nada de qué dudar o temer, y tuve uno de esos momentos de éxtasis de completa armonía con la naturaleza. La brisa que se movía como ondas a través del pasto, el balanceo de los altos árboles, la elevación y descenso de las aves y mariposas al vuelo, todo se veía con más claridad, y el canto de cada ave se convirtió en una sinfonía, al tiempo que yo inhalaba el verde vibrante del bosque alrededor.
Esta es mi impresión duradera del temazcal y sus efectos. ¡No puedo esperar al próximo!
Para llegar a Rancho El Sagrado: Tomar la carretera 131. La desviación claramente señalizada está a la derecha, unos cuantos minutos después del pueblo de San Gabriel. Continúa por un camino de terracería, siempre pegado a mano derecha, durante 800 metros. El camino termina en el Rancho. También se puede tomar una van a San Gabriel y de ahí tomar un taxi.
www.ranchoelsagrado.comranchosagrado@gmail.com
Phone. (954) 124 62 41 / 100 59 53
*Patrick Sheehy es maestro de inglés. sheehymeister@gmail.com