Entrevista con Tom Flusty


Karen y Tom Flusty en su apartamento en el Hotel Arco Iris<br />Foto: Barbara Joan Schaffer
Karen y Tom Flusty en su apartamento en el Hotel Arco Iris
Foto: Barbara Joan Schaffer

¡Viva Puerto!: ¿Qué te trajo a Puerto Escondido la primera vez? Supongo que no fue un tablero de ouija…

Tom Flusty: En 1968 pasé varios meses en Oaxaca escribiendo, practicando mi español, leyendo, fumando mota y haciendo amigos, algunos de ellos para toda la vida. Uno de los temas de discusión más comunes, ya que todos éramos viajeros, era los lugares que habíamos visitado que más nos habían gustado, en México y en todo el mundo. Puerto Escondido era mencionado con frecuencia y dado que tengo amor por el océano sentí una atracción hacia el lugar, pero yo buscaba un sitio con menos gente. Entonces regresé a Oaxaca un par de años más tarde y elegí Puerto Ángel y Zipolite en vez de mi ahora amado Puerto Escondido. El camino no era transitable hasta Puerto en esta época, si no seguramente lo hubiera explorado antes y mi relación amorosa hubiera comenzado más temprano.

VP: Vamos, Tom, al grano. ¿Qué te trajo a Puerto?

TF: Lo siento, Bárbara. 1982. Una época muy estresante. Necesitaba escaparme y recordé las historias acerca de Puerto. Llegué en un vuelo desde Oaxaca con una novia. Ella se fue hace mucho pero Puerto reclamó mi corazón y mi alma al igual que lo había hecho México 17 años antes.

VP: ¿Qué te hizo volver una y otra vez?

TF: Cuando estás enamorado de una persona o lugar le dedicas el mayor tiempo posible. A lo largo de los siguientes 10 años mi afecto creció y creció en el curso de muchos viajes cortos de dos ó tres semanas. Luego en 1992 me enamoré de una ex-novia de la universidad y me obligaba a cruzar el país de una costa a la otra. Poco después viajamos a Puerto Escondido, y ella se enamoró de Puerto y de mí, compramos anillos de boda en una tienda de platería en el Adoquín hace 22 años. El Adoquín todavía está aquí y nosotros también durante nuestros 3 meses cada invierno.

VP: ¿Qué te trajo a tu situación actual de vida en Puerto?

TF: Nuestro sobrino sugirió que probáramos el Arco Iris así que lo hicimos. Otra vez, amor a primera vista, o en este caso, primera visita. Acababan de terminar los dos apartamentos estudios que suben la cuesta con vista a Zicatela y elegimos uno. Al segundo día me encontraba admirando la vista, el nivel artístico del jardín y la ingeniería del diseño. Otra persona estaba haciendo lo mismo. Empezamos a conversar. Comencé a hablar entusiasmado sobre la belleza y elegancia del lugar. Él estuvo de acuerdo y me agradeció ya que él era uno de los fundadores y dueños y jugó un papel decisivo en el diseño de los edificios, jardines, andadores y senderos de roca que serpentean por el paisaje exuberante. Y así nuestra amistad con José Luis Mendiola Farfán comenzó. Platicamos en el curso de las siguientes semanas y de los siguientes años y nos comprometimos a rentar nuestro departamento durante 3 meses al año.

Cuando José Luis empezó a construir un apartamento más grande cuesta arriba nos preguntó por nuestra opinión acerca de los últimos detalles ya que viviríamos allí. La colaboración produjo resultados espectaculares. Nuestra casita, con su vista de 180 grados de la bahía, es una cosa muy bella.

Una parte importante de porqué elegimos el Arco Iris, y Puerto, es la gente. Muchos de ellos se han convertido en amigos. Ya sea que hayan nacido en Puerto o se hayan mudado para acá desde otras partes de México, hay una actitud de “vive y deja vivir” y una habilidad casi instintiva para disfrutar del momento, el aquí y ahora. Creo que este estilo acogedor y espíritu de apertura es la razón por la que muchos extranjeros deciden vivir aquí.

VP: Puerto ha cambiado mucho desde que empezaste a venir aquí en 1982. ¿Qué cambios te gustan más? ¿Qué cosas extrañas?

TF: Me gusta el hecho de que Puerto no haya cambiado más de lo que lo ha hecho. Fui a Puerto Vallarta por primera vez en 1968 y era un lugar emocionante, un pueblo con menos de 30,000 habitantes. Quince años más tarde era una pesadilla congestionada con 300,000 personas. En los más de 30 años que he estado viniendo aquí la población se ha, talvez, triplicado a 45,000 y el pueblo es todavía vivible… Extraño los días en que no había un sólo semáforo… Es maravilloso ver al grupo de salvavidas bien entrenados cuidando a la gente y dando clases para los chicos locales quienes aprenden a tratar al océano con respeto. Algunos de los jóvenes ya son salvavidas también.

… Hay una mejor selección de música y de vida nocturna en general… Tener al Cinemar es maravilloso… Tener distintos tipos de cocina pero el mismo y familiar pescado en cien salsas distintas… No me encanta el Caracol Plaza, pero en total Puerto ha conservado su integridad y personalidad. Y ahora, “vamos a ver”.

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