La Chilena
es bulla, garbo y donaire;
cuando vuela por el aire
agita la entraña mía;
y mueve la algarabía
de mis pies a la cabeza
y pierdo toda entereza,
y también la compostura,
la timidez y cordura
y se muere mi tristeza.
La chilena es un ritmo musical que le da identidad propia a la costa oaxaqueña y guerrerense. Es originaria de la república de Chile, donde se le llama cueca; aunque algunos investigadores sostienen que es peruana, pero por razones políticas y para diferenciarla de los chilenos, la llamaron marinera, y que por lo tanto del país de los incas se difundió al país de los araucanos.
De su llegada a México y especialmente al sur del territorio nacional, los historiadores aseveran que arribó desde la época de La Colonia, a través del comercio marítimo establecido entre puertos chilenos y peruanos con el Puerto de Acapulco. Que se consolidó al final de la Guerra de Independencia cuando el patriota chileno Bernardo O’Higgins, envió al barco El Araucano para que su tripulación, compuesta de soldados, auxiliara al general Vicente Guerrero a la consumación de la independencia de México. En diciembre de 1821 arribó El Araucano al Puerto de Acapulco, pero la independencia ya estaba realizada y aseguran que la tripulación de este barco, difundió la chilena en la franja costera de los estados de Oaxaca y Guerrero, llamada Costa Chica.
También consideran a otro factor que pudo haber influido en la implantación de la chilena: con la fiebre del oro desatada entre 1848 y 1855 en California, se creó una corriente migratoria entre Sudamérica y esta última, con descanso forzoso en Acapulco. Se cree, pues, que estos tres incidentes fueron los ingredientes fundamentales en la adopción y cristalización de la chilena en nuestra región.
La versión popular dice que un barco chileno encalló en las costas de Oaxaca, los tripulantes se asentaron en la región y enseñaron a los nativos sus cantos y sus bailes.
A pesar del origen sudamericano, este ritmo musical adquirió carta de naturalización en los costeños, de tal manera que actualmente es lo que nos caracteriza y distingue de otras regiones del estado de Oaxaca, en cuanto a música se refiere. Fue tan grande la adaptación que sufrió la chilena, que alcanzó particularidades especiales y se dice que en tiempos actuales nada tiene que ver nuestro baile costeño con la cueca.
Generalmente la chilena es un ritmo con compases de seis por ocho; la música alterna con estribillos; al cantarse las estrofas los instrumentos asumen el papel de acompañantes.
Los temas más usuales en la composición de la letra son el amor, las mujeres, la patria chica, las tradiciones de los pueblos o para homenajear a algún personaje egregio. Además, es típico que alguno de los cantantes, en alguno de los espacios de los estribillos, recite una copla picaresca, amorosa o chusca.
El vestuario para bailarla es variado, aunque lo más común, en el hombre es que porte camisa y pantalón blanco, sombrero de palma, paliacate anudado al cuello, y un pañuelo para marcar las evoluciones. La mujer, usa blusa blanca de chaquira, falda amplia, de diferentes colores y larga hasta el tobillo o a media pierna adornada con encajes y listones, y una pañoleta de seda en la cintura.
Este ritmo musical, también puede ser interpretado solamente con orquesta. En este caso, a la chilena sigue invariablemente un son, con ritmo más enérgico que éste y se zapatea de inicio a fin. Los equipos usuales para tocarla consisten en violines, guitarras, instrumentos de viento y de percusión.
Aunque es el ritmo peculiar de la costa, en cada pueblo existen variantes en cuanto a la manera de bailarla: en algunos se inicia con un paseíllo acompañado de zapateado y en otros, se zapatea de cabo a rabo.
Los que hemos nacido y crecido en este hermoso jirón de nuestra patria, cuando escuchamos las cadenciosas y alegres notas de una chilena, la emoción nos estremece las fibras más sensibles y una sensación de alegría indescriptible recorre nuestro ser y los pies inconscientemente siguen el ritmo de esa música bullanguera.