
Observaciones
Los transeúntes
Parte del encanto de Puerto Escondido son los transeúntes. Se quedan por unas semanas, tal vez intercambiando trabajo por una cama en el dormitorio de un hostal, o rentan un departamento por unos meses. Otros se quedan por años y se van. Nadie echa raíces profundas. ¿Por qué deben hacerlo? Si tienen hijos, no los mandan a las escuelas de gobierno.
Los corazones se rompen. Las expectativas no se cumplen. Se crean memorias. La mayoría de las flores en mi jardín llegaron con el aire o los pájaros. No soy botánica, ni idea tengo de cuánto tiempo van a quedarse.
Desde mi percha en el bar La Bruja en Rinconada, observo a la gente que pasa –la mayoría joven y bonita–, de todas partes de México y el mundo. Y les deseo lo mejor. Cada persona que pasa deja la huella en la playa, que pronto será arrastrada por la marea.
La Roma, Ciudad de México
Así es que estoy sentada en un café al aire libre frente al hotel y todos son tan jóvenes y guapos. Estoy vestida con mis jeans holgados con cintura elástica y un suéter de cachemir negro de Costco de hace unos 20 o 30 años y un sombrero de Berkeley. Pretendo que esta anciana alguna vez fue una artista famosa de cine francesa. Por supuesto, salía con Picasso. Mi París, donde fui alguien, fue en los años 20. O tal vez estaba en Roma en los años 50, donde solía salir con Fellini. En otras palabras, imagino que viví la vida que soñé de adolescente. Porque, si hubiera vivido esa vida, todavía sería una anciana, sola en una cafetería elegante. ¿Y quién recuerda los ídolos de nuestra juventud? De todas formas, esa es mi historia y sigo aquí con ella.

NIM
Me conecté con una banda
de nómadas de los centros comerciales,
conocedores de los emporios mobiliarios
donde nos acostamos al brillo de las cámaras de seguridad.
Me junté con una banda porosa que se entienden
como lobos de una misma camada,
fugados inofensivos y jubilados
huyendo por los callejones
de los ejércitos de empleados
arrojados de las oficinas en la última luz.
Por raro que parezca, me brotan raíces y hojas:
un árbol no nativo como el nim de la India
donde pájaros niegan anidar
y las plagas rehúyen.