Puerto, el Paraíso
Foto: Fernando Rodríguez


Puerto, el Paraíso

Por Barbara Joan Schaffer

TODOS TIENEN UNA HISTORIA DE CÓMO DESCUBRIERON Puerto Escondido. La mía comienza en Richmond, California, donde empezaba como maestra en 1988. En aquellos años había tal escasez de profesores bilingües de español e inglés que California, Nueva York y otros lugares ofrecían trabajo a maestros de España, donde había exceso de profesores. Las dos jóvenes colegas de mi preparatoria ansiaban viajar durante sus vacaciones. Siguiendo el consejo de amigos españoles, fueron a Puerto Escondido para pasar Navidad. Allí encontraron una cabaña en Playa Marinero por $1 dólar la noche y la pasaron muy bien. Así fue como llegué en el verano de 1989 con mi hijo, quien entonces tenía 14 años.

Bueno, las cabañas estaban muy cochinas y pronto nos cambiamos al Hotel Flor de María, que aún no abría oficialmente. Las puertas del baño aún no se instalaban y no había alberca ni restaurante. Todo bien hasta que fuimos al Adoquín a cambiar dinero y cenar. En aquellos días se usaban cheques de viajero y pasaporte como identificación. Caminando de regreso por la playa desde el restaurante Alicia (que todavía existe), nos atracaron dos ladrones con cuchillos. Para resumir, tuvimos que ir a la ciudad de Oaxaca para obtener mi pasaporte temporal. Luego, en el viaje de regreso en autobús por la 175, cayó una gran roca. Afortunadamente, no golpeó nuestro camión, pero todos tuvimos que salir para que el autobús pudiera escalarla. (En agosto de 2024, esta carretera se cerró debido a un deslave masivo).

No hace falta decir que no tenía ganas de volver. Pero en 2004, cuando me preparaba para viajar a Nápoles y Sicilia, el euro subió frente al dólar y no tenía ni idea a dónde ir de vacaciones de verano. Decidí regresar a Puerto y quedarme nuevamente en el Flor de María. El resto es historia.

Mientras tanto, en 1988, Jürgen Peter Voss también descubrió Puerto. Estaba en Acapulco cuando alguien se lo sugirió. Buscaba un lugar para construir un hotel y lo que le gustaba de Puerto era que era muy cosmopolita: italianos y alemanes, no sólo gringos como en otros pueblos de la costa. Y así nos llegó el Hotel Inés.

Desde que me mudé aquí en 2005, he observado a turistas de todas partes del mundo. Surfistas australianos e israelíes, sin olvidar a los noruegos, franceses, alemanes y suizos. Ahora hay afluencia de argentinos, por no hablar de gente que se muda aquí desde Ciudad de México y otros estados. La gente que se mudó aquí hace unos años se queja en Facebook de cómo ha cambiado Puerto, pero los recién llegados todavía lo ven como un paraíso. Creo que tuve suerte, compré mi propiedad y construí mi casa en Bacocho en 2007. El mundo se está yendo al carajo, pero todavía tenemos nuestro Puerto Escondido.

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